UNA SUAVE LLUVIA SOBRE LA JUDERÍA DE LA ALDEA
Aunque es mediodía, el sol permanece oculto tras las nubes de gris claro. Me gustan esas nubes. Algunas de ellas estån decoradas con una cenefa de un gris más oscuro mientras otras tienen un corazón brillante. Las más cercanas a mí se apresuran hacia algún sitio mientras otras por encima de ellas permanecen estáticas allí arriba, en el firmamento. Todas ellas juntas me dan la impresión de como si un triste pintor estuviera mezclando nerviosamente diferentes matices de gris en su paleta de pintor...pero de alguna manera me siento un poco animado observando desde mi pequeño ventanuco las diminutas gotas de lluvia cayendo suavemente sobre las tejas en los tejados de las casas más bajas en frente de mī. Por encima de los tejados, los verdes campos me están mirando. Ellos están allí, dormitando al pie de las montañas, plácidamente como si estuvieran muertos. Apoyando mis brazos sobre el viejo alféizar del ventanuco, no puedo evitar sentirme triste y abatido. Quién puede ver lo que yo veo? Quién puede aquí oír los cánticos de la Sinagoga? Recuerdo la mujer cubierta con modestas prendas que siempre se apresuraba cuando pasaba por delante de mi puerta; ella llevaba aceite para iluminar la Menora cuando la Kehila se había reunido. Pero justamente ahora, mi estrecha callejuela está silenciosa y no puedo escuchar esos cánticos... Hoy no voy a ser capaz de ver las tres primeras estrellas en el cielo pero debo apresurarme pues está oscureciendo rápidamente. Mira! Ya está! Mis candelas sobre el alféizar! Y tras cubrirme la cabeza..."Baruj Atá...ner shel Shabat" una y...dos! Hecho! Y ahora... mira! Mira qué bello el resplandor de mis candelas! Ellas resplandecen delante del mundo, le dan luz y le iluminan! by Barzilai Kellajer
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AuthorBarzilai Benklawer Kellajer Archives
March 2018
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Liviya Hansen