LUCHANDO ENTRE SEFARAD Y ERETZ ISRAEL
Sentado en el parque, en un banco bajo las tupidas cúpulas entretejidas de los árboles pintados en diferentes matices de verdes...los niños corretean jugando a mi alrededor. Una anciana de pelo canoso empuja un carrito vacío de bebé delante de sí. A mi izquierda una columna de agua trepa desde el estanque del jardín hacia el cielo azul y la brisa le toma algunas livianas gotas frías y acaricia suavemente mi rostro con ellas. La brisa se desliza sobre el agua del estanque que ahora asemeja un pequeño mar. De dónde viene esa brisa? Viene del Este? Porqué me ha acariciado con agua del mar? El marrón verdoso de las palmeras alterna con el color púrpura de las mimosas bajo el azul pálido del cielo y ahora, la luz del sol iluminó todo impregnando el mundo con ardientes pinceladas. Las palmeras han sido iluminadas como candelas coronadas con fuego. Es agradable estar aquí pero un dolor del pasado pugna por teñirlo todo. La formidable soledad en medio del Universo! En Sefarad está la fragrancia de la hierba. En Sefarad se trilla sobre las eras rodeadas de vívidas voces compartiendo el ritmo del trote del caballo. Desde allí, desde Eretz Israel, desde el otro lado del Gran Mar, sentado frente a Sefarad oculto tras el horizonte, recuerdo las solitarias rocas, piedras y árboles tras las eras como testigos silenciosos del sufrimiento de un corazón Judío roto... By Barzilai Kellajer
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AuthorBarzilai Benklawer Kellajer Archives
March 2018
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Liviya Hansen