Veo a los Hassidim bailando, cantando, saltando, acompañando la música con el movimiento enérgico de sus manos y brazos....... la alegría de sus voces invade mi espíritu y me acerca a ellos.
Para mí son de rostro extraño, visten extrañamente y miran extrañamente pero al anciano Hassid de doble larga barba con lentes redondas en su atuendo de Hassid, le daría un largo y fuerte abrazo pues su figura es deliciosamente coqueta y amorosa, asomando sus zapatitos negros por debajo del faldón cuando camina a pasos cortos como un muñequito al que te gustaría tener en brazos. Saltan juntos con sus brazos entrelazados al son de una música puro ritmo que a cada repetición de fragmento eleva un poco más mi corazón hacia mi amado HaShem a quien nunca abandonaré. Llevan los mismos sombreros que llevaban en el guetto de Varsovia y en otros lugares de la Europa criminal. Aunque ellos no me conozcan ni sepan quien soy, yo les amo de todo corazón aunque no les conozca, ni sepa quienes son. Qué alegría en su alegría! Oigo las campanas de la iglesia cercana. Tocan a misa. La tristeza me invade súbitamente pues su sonido me lleva bajo cúpulas lúgubres, cantos de dolor y amargura resonando en muros oscuros y olor a incienso. Cansado estoy de ver a un hombre crucificado, sangrando y con los ojos cerrados por la muerte. Ese no es mi Dio. Tampoco quiero un ser humano horriblemente asesinado que pague por mis pecados. Eso yo lo rechazo, lo detesto y lo odio ...odio ese sacrificio humano cruel y salvaje. Mi Dio, es diferente. Mi Dio es todo amor y bondad y no desea el sufrimiento de nada ni de nadie. Ese es mi Dio ! Yo no le conozco, ni si quiera sé su nombre, pero le presiento todo el tiempo. Sé que está aquí y ahora y siempre. A El le gusta existir eternamente y me espera. Yo iré. Cuánto dolor siento sin embargo al dejar el dolor. Yo era feliz en mi dolor. Aquellas bóvedas oscuras, aquellas altas columnas, aquellas imágenes de vírgenes, cristos, santos...... capillas coquetas e íntimas que me atraían con fuerza irresistible..........mi paz con mi beso a la imagen....el sacerdote elevaba un sol blanco en su mano.....y de la oscuridad del interior del confesionario de madera surgía una voz solemne y muerta que decía : " ego te absolvo in nomine......"..... Cuánto sufrimiento al pasar del dolor a la alegría! Barzilai Kellajer
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AuthorBarzilai Benklawer Kellajer Archives
March 2018
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Liviya Hansen