Y así fue como aparecí en mi tierra, en Aragón, en Zaragoza! El viaje había sido muy largo aunque el tiempo pasó como un instante.
El me guiaba. Yo le preguntaba por el Museo de Tranvías a los que yo miraba cuando era un niño y un joven....atravesando las dos Juderías en los húmedos inviernos. El me guiaba y cuando caminábamos hacia el Museo, através de extensos terrenos pedregosos y barro seco, llegamos ante kas desoladas ruinas de una catedral cristiana. Le dije a mi guía que se detuviera un momento y entonces él desapareció de mi vista dejándome solo ante aquella visión. Levanté mis ojos hacia lo alto de uno de los pocos muros que aun permanecían en pie para ver. Miré hacia lo alto del muro y vi dos filas de hornacinas de las cuales asomaban estatuas Cristianas, inmóbiles, algunas casi intactas y otras mutiladas, algunas me miraban fíjamente envueltas en sus túnicas de piedra, a otras les faltaban los brazos o una pierna o la cabeza..... Sentí súbitamente una extraña sensación de misterio, que no era de este mundo ni era humano pero que me atraía de manera absoluta. La verdad es que me daba la impresión de que aquellas estatuas simulaban estar muertas. De nuevo sentí su voz a mi lado invitándome a seguir el camino. Y caminamos y llegamos a un espacioso lugar un tanto desértico que adiviné era el Museo de Tranvías pues pude ver un viejo wagon de madera expuesto sobre un solo raíl de su misma longitud. Me acerqué y vi que estaba vacío y mientras meditaba que había poder sido de los pasajeros, me dijo:" este es del modelo 1007". Y volví a mirar en su interior y entonces recordé que era el mismo wagon de tranvía que siempre me había llevado del Suq árabe a la iglesia Cristiana pasando por las Juderías y viceversa! Así que entré en el wagon modelo 1007 por curiosidad y me di cuenta de que habían intentado restaurarlo pero que la restauración se había paralizado hacía muchos años. Y mientras meditaba en todo aquello, los ladridos de un perro atrajeron mi atención. Me asomé por una de las ventanas del wagon y vi un oscuro perro-lobo corriendo por entre otros wagones expuestos y las ruinas de las antiguas edificaciones hasta que me vio y vino hacia mí. Yo me atemoricé al verle venir tan violentamente pero cuando llegó a mi lado se amansó y acarició cariñosamente mis piernas con su cuerpo y yo le acaricié y le acaricié mucho. Y yo me preguntaba si ese perrito podría venir de las ruinas de la catedral Cristiana pero ahora estaba conmigo y nos hicimos amigos y él me quería y yo a él. Le propuse vivir juntos para siempre pero me dijo que tenía una amante de su raza y que tenía que volver con ella pues se hacía tarde. Me dejó solo en el wagon. Le seguí con la vista mientras se alejaba ágilmente y comencé a sentir otra sensación: el wagon comenzó a moverse y balancearse mas pronto me percaté de que ya no estaba en el wagon sino a bordo de una carabela de la Edad Media que navegaba por entre calles de edificios en ruina y temí que alguien pudiese apresarme pero a nadie podía ver por ningún lado. Con los ojos de mi espíritu vi que mi carabela estaba fuertemente amarrada con una gruesa soga a algún lugar detrás de mí que no podía ver. Mareado, salí de la nave y comencé a deambular por las afueras desoladas y en ruinas de aquella vieja ciudad abandonada. By Barzilai Kellajer
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AuthorBarzilai Benklawer Kellajer Archives
March 2018
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Liviya Hansen